El pueblo de Aïnhoa, entre el mar y la montaña ya un paso de España, fue construido en el siglo XIII por monjes premonstratenses. Enclavado en el hueco de los cerros, servía de escala para los peregrinos en el camino de Santiago de Compostela y de punto de enlace en la ruta comercial entre el Reino de Francia y Navarra. La mayoría de sus casas datan de alrededor de 1650, período posterior a la "Guerra de los Treinta Años" (1618-1648), durante la cual se destruyeron las primeras viviendas. El pueblo está organizado como una bastida y las fachadas de sus casas labordinas con entramado de madera están orientadas al sureste. Dominando la ciudad y ofreciendo un panorama único, la capilla de Notre-Dame-d'Aubépine es un lugar de peregrinación dedicado a la Virgen María desde que se apareció a un joven pastor en un arbusto de espino.

El bosque, que se extiende sobre más de 400 ha, alberga una rica fauna.

Muchas rutas de senderismo para todos los niveles le permitirán conocer a los famosos pequeños caballos salvajes vascos, los "pottocks".

Los aspectos más destacados del pueblo son durante las fiestas patronales, en torno al 15 de agosto y la "Fiesta de la Paloma", a mediados de octubre.